sábado, 18 de agosto de 2012

Nuevo estudio: “Un sindicalista asesinado cada 72 horas” en Colombia





La muerte de sindicalistas en Colombia, para la historia universal de la infamia

*A propósito de la presentación del libro “Violencia contra el sindicalismo, 1984-2010”

 

Por Roberto Romero Ospina, fuente el Centro de Memoria

Roberto Romero
BOGOTA / 2012-08-18 / Bueno, que el propio gobierno nacional participe en una investigación sobre los crímenes contra el movimiento sindical y además avale un libro de más de 400 páginas, donde se recopilan las violaciones a los derechos humanos en este sector en el periodo 1984-2010, ya es un paso importante.

Así lo registraron los investigadores Mauricio Archila y Ricardo Sánchez, el director de la Comisión Colombiana de Juristas, Gustavo Gallón y el presidente nacional de la CUT, Domingo Tovar en el evento de presentación del texto este 16 de agosto en el Cinep.

Sin embargo, el resultado de la sesuda pesquisa, que embargó casi dos años de trabajo en los que fue parte fundamental el Programas de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD y la Presidencia de la República, ya comenzó a ser cuestionado, incluso por los mismos que contribuyeron a la indagación.

Los sectores más golpeados

Domingo Tovar
Antes de adentrarnos en el examen de las críticas, es conveniente una mínima presentación de la obra. Ella se divide en siete grandes capítulos que recogen las áreas laborales más violentadas en estos 26 años que resume el trabajo.
Se trata de los sectores del banano, cemento, palma aceitera, alimentos, salud pública, magisterio y petróleo.

Las cifras demuestran que el arrasamiento de los sindicatos bananeros y cementeros no ha tenido antecedentes en Colombia. Aquí está todo el drama de Urabá, que desde 1985 conoció la barbarie en centenares de plantaciones con decenas de muertos, en especial de líderes sindicales. Y qué decir de los trabajadores del cemento, en especial los del Magdalena Medio.

En los dos casos, paramilitares, con el auspicio de grandes empresarios y agentes del Estado, orquestaron una razzia de exterminio sin nombre.

Detenerse sobre lo que pasó en estas dos regiones demandaría decenas de página. La lista de los muertos, entre ellos los más destacados cuadros obreros, cuya preparación les demandó años, llenaría cuadernos enteros.

Un sindicalista asesinado cada 72 horas

El libro señala que en el lapso escudriñado, las violaciones a los derechos humanos en el movimiento sindical fueron 4785 y los muertos 3000. Es decir, 125 atropellos, uno cada tercer día, y 115 asesinatos por año: un muerto cada 72 horas. ¿Habrá en el mundo un cuadro igual de aniquilamiento social?

“Solo en lo que va corrido en 2012 ya van 13 sindicalistas muertos”, recordó en el foro, el presidente de la CUT, Domingo Tovar

La torta de las cifras macabras que trae el libro da cuenta del reparto de los autores de estos crímenes y violaciones:

AUTORES:
ASESINATOS
Fuerzas Armadas y Policía
518
Fiscalía
80
DAS
20
Sin identificar
1874
Paramilitares
1932
Guerrilla
207
grupos sin identificar
68
Sicarios
71

Llama la atención que entre militares, policías, paramilitares, DAS y Fiscalía correspondan 2550 víctimas, el 52% del total. Pero llama aun más la atención que 1874 casos se remitan a un extraño: “sin autor conocido”.

La planta de la fábrica de cemento en Yumbo del Valle 1988. En la chimenea, los obreros
han pintado la frase: “Estamos en paro por el Derecho a la Vida”. El paro duró seis
semanas. Pero el exterminio de los obreros sindicalizados a penas había comenzado.

La Fiscalía o el reino de la impunidad

¿Cómo es posible que la Fiscalía, en un casi 40% de los atentados contra el movimiento sindical no tenga la más remota idea de los autores? Así como no la tiene tampoco en materia de muchos crímenes contra la población. El reino de la impunidad que precisamente alienta a los criminales a perpetuar su ronda de la muerte.

Otro dato aterrador registra la obra: la tasa de sindicalización pasó del 9.3%, del total de la población trabajadora en 1984, al triste 4.2% en 2009. La más baja en Suramérica y una de las peores del mundo entero.

Colombia ostenta, pues, el mayor índice de sindicalistas asesinados en el planeta y la más baja tasa de afiliaciones sindicales. La cifra de trabajadores que hoy hacen parte de sindicatos, corresponde al número de asociados que había en 1944. Como si el país se hubiera estancado en 70 años.

Todo esto se puede explicar por la política integral, sostenida y sistemática, encaminada a demoler toda expresión organizada de los trabajadores, para que no se integren a la lucha por sus derechos.

Lo dicen los mismos cuadros sobre las luchas sindicales en estos años: una baja en flecha de las movilizaciones y sobre todo, de las huelgas.

Las objeciones razonables

Y de ahí las razonables objeciones al libro. El profesor Ricardo Sánchez, ex decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional y hoy director de estudios de posgrado de Historia en el mismo centro, y quien, como la CUT, la CGT, la CTC , y el CINEP, fueron invitados a participar en los trabajos de investigación, señaló los grandes vacios.

Indicó que allí no se esclarecía el carácter de los crímenes contra el sindicalismo que para él corresponde a un eje sistémico dirigido a aniquilar al movimiento obrero, desde el empresariado y el aparato del Estado. Puso como ejemplo el DAS como institución y no solo a sus agentes como establece el libro.

“Esto no se dice en ninguna parte de la obra, como si los crímenes correspondieran a autores aislados, separados de toda una política programada para arrasar al movimiento sindical”, enfatizó.

Gallón, de la Comisión Colombiana de Juristas, tras señalar que si bien las críticas de Sánchez eran para tener en cuenta, saludó el resultado final de la investigación como un paso importante que debe llamar la atención del mundo sobre lo que está pasando en el país contra el movimiento sindical.


Robinson Olivero, fue impuesto por el jefe paramilitar
como presidente del sindicato bananero en Ciénaga
después que Carlos Tijera ordenara el asesinato de
José Guette como presidente. Así hicieron las AUC
también en la otra región bananera en Colombia, Urabá.

Es más barato pagar a un sicario

Cerró el panel Domingo Tovar, quien subrayó que la CUT no quiso involucrarse en este trabajo de investigación por no compartir algunos elementos metodológicos de la misma y anuncio que la central muy pronto publicará su propio estudio sobre las violaciones de los derechos humanos al movimiento sindical.

“Las violaciones aquí presentadas hacen parte del conflicto interno. Son sistémicas, continúas y programadas, con el fin de implementar el modelo de ganancia de los grandes capitalistas, auspiciado desde el propio gobierno. El que se atraviese, lleva”, denunció.

Tovar declaró que es tan perverso este sistema que los empresarios prefieren pagar a un sicario para que se elimine a un dirigente sindical, atemorizando a toda la organización, lo que le sale mucho más barato, que embarcarse en una negociación con un sindicato.

En el foro quedó claro que las tesis iniciales de un sector del PNUD y del gobierno, que planteaban que la muerte de sindicalistas también tenía que ver con una supuesta vinculación a las guerrillas, no tenían ningún asidero y bajo la firmeza de los investigadores, terminó siendo rechazada frontalmente y por lo tanto no se registra en el texto.

La polémica sobre esta investigación, apenas comienza. Los trabajadores tienen la palabra para esclarecer, ahora que se habla tanto de reparación, estos crímenes que bien podrían hacer parte de la obra de Jorge Luis Borges, La historia universal de la infamia.

Los lectores interesados en ver los videos que recogen el panel del CINEP pueden ir a: http://www.cinep.org.co/

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