jueves, 31 de enero de 2013

Acción internacional de solidaridad: Caso Masacre de Mondoñedo





La Brigada Jurídica EDUARDO UMAÑA MENDOZA, esta promoviendo ante la comunidad Internacional de DDHH, la presente acción para que con carácter urgente las ONG envíen al Juzgado Séptimo Penal del Circuito Especializado de Bogotá-Colombia-Sur América, ubicado en la Calle 31 No. 6-20 Piso dos(2)Telefax 3230102-2888943/697 y correo electrónico: septimopenalespecializadobta@gmail.com; un comunicado exigiendo verdad, justicia y reparación en  dicho Proceso No. 11001-31-07-007-2011-0027(1371-7),
donde se esta enjuiciando al Mayor de la Policía Nacional HECTOR EDISSON CASTRO CORREDOR, por los delitos de Secuestro Extorsivo Agravado y Homicidio Agravado.

Jenner Alfonso Mora


RESUMEN DEL CASO
El seis de septiembre de 1996 los jóvenes Vladimir Zambrano, Arquímedes Moreno, Jenner Alfonso Mora y Juan Carlos Palacio Gómez salieron de sus casas en la ciudad de Bogotá y nunca más regresaron. El siete de septiembre del mismo año los universitarios fueron encontrados en el basurero del municipio de Mondoñedo ubicado en la hacienda Fute cerca de la carretera que conduce de Mosquera a Soacha. En hechos relacionados, fueron asesinados los jóvenes Martín Alonso Valdivieso y Federico Quesada, en el barrio Fontibón y Argelia de Kennedy, respectivamente, estos eran amigos de los encontrados en Mondoñedo.
Semanas antes estos jóvenes universitarios habían sido señalados de ser miembros de las FARC por un hombre que respondía al nombre de Julio Chaparro Nieto, quien supuestamente integraba la Red Urbana del grupo armado.

Para investigar estos crímenes, catalogados como de Lesa Humanidad se facultó a una Fiscal Delegada de la Unidad Nacional de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación, quien consideró los hechos como secuestro, tortura y homicidio agravado. Además dictó medida de aseguramiento con detención preventiva contra el capitán José Humberto Rubio Conde, comandante del Grupo contra Armados Ilegales de la DIJIN para la época de los hechos, y contra los policías José Albeiro Carrillo, José Ignacio Pérez Díaz, Ferley Alfonso Pineda, William Nicolás Chitiva, Rodrigo Cobos Saldarriaga y Onasis Bastidas. Así mismo se vinculó a la investigación al teniente Héctor Edison Castro Corredor. Sin embargo la investigación contra este precluyó.
La Fiscalía Delegada de la Unidad Nacional de Derechos Humanos emitió una resolución de acusación contra los miembros del mencionado grupo de la DIJIN, sin haber vinculado al proceso al capitán de la Policía Carlos Alberto Niño, oficial quien estaba al mando del Grupo contra Armados Ilegales de la DIJIN en reemplazo del Comandante titular capitán José Humberto Rubio durante su ausencia, en la fecha en que se cometieron los delitos. Precluyó la investigación favoreciéndolo y al teniente, quien realizaba labores de inteligencia a las víctimas. Pese a la acusación contra los miembros de la DIJIN, estos gozaban del beneficio de libertad provisional por vencimiento de términos.

La Fiscal Delegada que inició la investigación y vinculó a los miembros de la DIJIN tuvo que salir del país con su familia por amenazas. Ocurrió lo mismo con un familiar de una de las víctimas.
El mayor Castro fue señalado por el suboficial William Chitiva de participar en la masacre por presuntamente pertenecer al frente urbano de las FARC. La Corte Suprema de Justicia ordenó reabrir la investigación en contra del oficial, quien realizó los seguimientos. Desafortunadamente el suboficial William Chitiva fue asesinado en 2007 en la ciudad de Cúcuta, poco después de ampliar su acusación contra otros miembros de la DIJIN.
La Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia en sentencia de marzo de 2009 invalidó la preclusión frente a Héctor Castro Corredor y ordenó la reposición del trámite investigativo, lo que correspondió por reparto a la Fiscalía Séptima de la Unidad Nacional de Derechos Humanos que dictó resolución de acusación contra el ahora Mayor de la Policía y calificó los hechos como secuestro y homicidio agravado sin tener en cuenta los delitos de concierto para delinquir y tortura catalogados como Crímenes de Lesa Humanidad.

En 2003 el Juzgado Sexto Penal del Circuito Especializado de Bogotá condenó a 40 años de prisión e interdicción de derechos y funciones públicas por 20 años a los agentes por los delitos de secuestro, tortura y homicidio agravado y compulsó copias a la Fiscalía General de la Nación para abrir investigación por los mismos delitos contra los capitanes de la Policía Nacional Carlos Alberto Niño, y al mayor Héctor Edison Castro. Sin embargo, la Fundación Brigada Jurídica Eduardo Umaña Mendoza, quien es una de las ONG que  lleva el caso, viene denunciando las muchas dilaciones, lo que apunta de alguna manera a proteger a los altos oficiales implicados en la masacre.
El estado actual del proceso es que esta en la etapa del juicio oral en la evacuación de pruebas solicitadas por la defensa del Mayor CASTRO CORREDOR, la cual se llevara a cabo el próximo jueves 14 de febrero de 2013 a las 9AM.

HECHOS Y ACTUACIÓN PROCESAL

1. Los primeros fueron sintetizados por la Fiscalía Delegada ante el Tribunal Superior de Bogotá, del siguiente modo:

“Los hechos que dieron origen a la presente investigación tuvieron ocurrencia los días seis y siete de septiembre de mil novecientos novena y seis, cuando los hoy occisos: VLADIMIR ZAMBRANO PINZÓN, JENNER ALFONSO MORA MONCALEANO, JUAN CARLOS PALACIOS GÓMEZ, ARQUÍMEDES MORENO MORENO, FEDERICO QUESADA y MARTÍN ALONSO VALDIVIESO BARRERA, salieron de sus casas con rumbo a la “bolera” el Salitre donde tratarían asuntos relacionados con su seguridad, ante el seguimiento que se les estaba haciendo por parte de miembros de seguridad oficiales con la finalidad de atentar contra sus vidas. Al día siguiente, los familiares de los ya citados ciudadanos, tuvieron noticia de su muerte en la vereda Fute ubicada en la vía que conduce de la Población (sic) de Mosquera a Soacha y a la Mesa, sitio denominado “Alto de Mondoñedo”, donde en efecto hallaron los cuerpos de los cuatro primeros y los dos últimos muertos en la horas de la mañana del día siete de septiembre, en el Barrio (sic) Argelia de Kennedy QUESADA y VALDIVIESO BARRERA en la jurisdicción de Fontibón, por sujetos que se movilizaban en una camioneta roja doble cabina y como quiera se presumió cierta relación con los primeros muertos se unificó la investigación.

2. Teniendo en cuenta los lugares en los cuales se ejecutaron cada uno de los hechos se iniciaron varias investigaciones por separado, por lo que la Dirección Nacional de Fiscalías, mediante resolución No. 0226 de 1 de noviembre de 1996, dispuso reasignarlas a la Unidad Nacional de Derechos Humanos, en donde fueron unificadas.
3. El 6 de junio de 1998, el teniente CASTRO CORREDOR fue vinculado a la investigación por medio de indagatoria[1] en la que refirió que entre sus funciones en la DIJIN estuvo a cargo del Blanco Subversión para la época de los hechos, pero que no tuvo ninguna relación con los homicidios investigados. Que la Fiscalía mediante comisorio les ordenó realizar actividades de vigilancia y seguimiento para saber quiénes integraban de la red urbana de las FARC, ante lo cual asignaron a dos policías, cuyos nombres no recordó, para que efectuaran esas labores con base en los datos incorporados en la solicitud, sin embargo en el campo operativo nunca tuvieron ninguna actividad, como capturas.

4. La Fiscalía, con base en las pruebas recopiladas en la investigación, el 3 de agosto de 1999, profirió resolución de acusación en contra de José Albeiro Carrillo Montiel, Rodrigo Cobo Saldarriaga, Onasis Bastidas Quimbayo, José Ignacio Pérez Díaz, Carlos Ferlein Alonso Pineda y William Nicolás Chitiva González por los delitos de secuestro y homicidio agravado[2].

5. El 7 de junio de 2001, la Unidad Nacional de Derechos Humanos calificó el mérito sumarial de la investigación que por los mismos hechos adelantó a los oficiales de la Policía Nacional José Humberto Rubio Conde y HÉCTOR EDISSON CASTRO CORREDOR con preclusión de la instrucción, decisión que fue confirmada, el 6 de septiembre de 2001, por el Fiscal Veintidós de la Unidad de Fiscalías Delegadas ante el Tribunal Superior de Bogotá, al resolver el recurso de apelación interpuesto por el apoderado de la parte civil.

En dicha providencia, el Fiscal Especializado de la Unidad Nacional de Derechos Humanos expresó que el capitán Rubio  Conde era titular del Grupo Armados Ilegales de la DIJIN desde enero de 1996, y que bajo su mando se realizaron labores de inteligencia en contra de la red urbana de las FARC, responsable del atentado terrorista perpetrado el 30 de mayo de 1995 en la Estación de Policía de Kennedy.

No obstante, del 3 al 6 de septiembre de 1996, dicho oficial estuvo apoyando una comisión de fiscales que investigaba actividades de narcotráfico en lo que se conoció como la “Operación Platino I”, retornando a la ciudad a las 11 p.m. del 6 de septiembre del referido año.

En esos días el control del personal del Blanco Antisubversión estuvo a cargo del teniente EDISSON CASTRO CORREDOR, quien, desde 1995, tenía conocimiento de los detalles de la investigación adelantada por el atentado a la Estación de Policía de Kennedy, pues con los agentes bajo su mando individualizó e identificó a los integrantes de la red urbana de las FARC, a la cual pertenecían los jóvenes ultimados.

Así, del 2 al 7 de septiembre de 1996, fue el jefe del Grupo Antisubversión, encargado de la planeación, ejecución y control de actividades de su competencia y del personal asignado al mismo.

Sin embargo, no estableció la responsabilidad del referido oficial en los hechos del 5 y 6 de septiembre de 1996, porque la prueba no cumplía con los presupuestos del artículo 441 del Código de Procedimientos Penal, es decir, no confluía pluralidad de indicios graves, pues no se pueden deducir por el hecho de haber estado encargado de la unidad mediante orden legítima.

Tampoco se podía derivar compromiso penal por haber estado encargado del “Flanco Subversión” y realizado vigilancias y seguimientos a los miembros de la red urbana de las FARC, misión que según lo demostrado no efectuó en forma personal el teniente CASTRO CORREDOR, sino que fue ejecutada a través de los policiales a su cargo.

En materia de prueba directa, también aparece que el señor Alfonso Mora León no refirió que el citado oficial estuviera involucrado en el delito, sólo dijo que su ‘fuente’ le hizo saber que la ejecución de los crímenes estuvo al mando del capitán Rubio Conde; además, aquél es testigo de oídas en cuanto refiere lo que le contaron otras personas, situación ante la cual era necesario saber del propio informante o fuente todos los pormenores que rodearon su conocimiento de los hechos y de sus autores.

6. El 9 de julio de 2001, el señor William Nicolás Chitiva González, dentro del trámite de beneficios por colaboración No. 059([3]), manifestó que deseaba aclarar lo relacionado con la sindicación que afrontaba por el homicidio de los miembros de las FARC, revelando quiénes fueron los autores de la masacre. En tal sentido, dijo que llegó a la SIJIN a finales del año 1993, en donde fue destinado al Grupo de Inteligencia, compuesto a su vez por los grupos de contrainteligencia y de inteligencia, en donde tuvo oportunidad de conocer a los agentes Pérez Díaz José, Carrillo Montiel, Cobo Saldarriaga y Bastidas Quimbayo.

Después de algunos meses, conoció que el agente Carrillo Montiel estaba infiltrado en la red urbana de las FARC y que el grupo contaba con un informante de nombre Chaparro, a quien conoció a finales de 1993 con el nombre de Carlos Chaparro quien era miembro activo de la referido agrupación ilegal, así mismo le efectuaron seguimientos a Marbel Zamora Pérez (otro guerrillero).

Lo trascendental de su versión es que asegura que él no participó en los hechos, pero quienes fueron sus autores le comentaron lo ocurrido y admitieron ante él haber cometido el múltiple homicidio y estar confiados de que judicialmente no les pasaría nada porque habían incinerado a las víctimas para evitar que fueran reconocidas, esto último se lo manifestó el capitán Niño Flórez[4].

7. El 3 de agosto de 2001, en la audiencia pública dentro del proceso que se le adelantó por la Masacre de Mondoñedo hizo un relato similar, con fundamento en el cual el juez ordenó la expedición de copias del acta respectiva, a la Fiscalía General de la Nación para los fines pertinentes.

8. En el fallo con el cual puso término al proceso, otorgó plena credibilidad a lo afirmado por Alfonso Mora León y William Nicolás Chitiva González, precisando respecto de éste que a pesar de que no estuvo presente en el escenario delictivo, participó en las reuniones que posteriormente realizaron los autores materiales del hecho para concertar cómo desviarían las investigaciones que se iniciaron con ocasión de los hechos delictivos.

Culminó absolviendo a Rodrigo Cobo Saldarriaga, Onasis Bastidas Quimbayo y William Nicolás Chitiva González, al tiempo que condenó a José Albeiro Carrillo Montiel, José Ignacio Pérez Díaz Y Carlos Ferlein Alonso Pineda a 40 años de prisión y multa de 1.200 salarios mínimos legales vigentes, como autores de las conductas delictivas de secuestro y homicidio agravado.

9. Esta sentencia fue confirmada por La Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de San Gil, en descongestión de la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá.





CONSIDERACIONES

Colombia ha hecho parte de los principales instrumentos internacionales en materia de protección de los derechos humanos, por lo tanto el Estado se obligó a implementar instrumentos, escenarios y procedimientos para proteger los derechos de las personas y su dignidad, esto consiste en el cumplimiento de verdaderas “obligaciones de hacer” por parte del Estado, que permitan una eficaz garantía de los derechos, teniendo el Estado colombiano el deber jurídico de prevenir, investigar, identificar, imponer sanciones y asegurar una adecuada reparación a las víctimas.
DERECHOS DE LAS VICTIMAS
1. El derecho a la verdad es el que tienen las víctimas de saber lo que realmente sucedió, el deber de recordar; el derecho de las víctimas a saber. Esto comporta el derecho de cada pueblo a conocer la verdad acerca de los acontecimientos sucedidos y las circunstancias que llevaron a la perpetración de los crímenes. El conocimiento por parte del pueblo de la historia de su opresión como parte de su patrimonio, y por ello se deben adoptar medidas adecuadas encaminadas al deber de recordar que incumbe al estado. Y el tercero, determina que, independientemente de las acciones que las víctimas, así como sus familiares o allegados puedan entablar ante la justicia, tiene el derecho imprescriptible a conocer la verdad, acerca de las circunstancias en que se cometieron las violaciones, y en caso de fallecimiento o desaparición acerca de la suerte que corrió la víctima.
2. El derecho a que se haga justicia que tiene que ver con la garantías para las víctimas de los delitos que se derivan de unos deberes para las autoridades, que pueden identificarse así: El deber del Estado de investigar y sancionar adecuadamente a los autores y partícipes de los delitos; el derecho de las víctimas a un recurso judicial efectivo. La jurisprudencia constitucional ha señalado el derecho de acceso a la justicia, tiene como uno de sus componentes naturales el derecho a que se haga justicia.
1. El derecho a la reparación integral del daño. De acuerdo con los parámetros establecidos por la ONU en el informe sobre la actualización de los principios para la lucha contra la impunidad, un programa de reparaciones administrativas debe comprender una categoría amplia de delitos para ser reparados, como condición de credibilidad del programa y debe incluir medidas judiciales de reparación, de lo contrario, “se corre el peligro de que los beneficios que distribuye se vean como la moneda con la que el Estado intenta comprar el silencio o la aquiescencia de las víctimas y sus familias”.
El derecho de reparación, también presenta una dimensión individual y otra colectiva. Desde su dimensión individual abarca todos los daños y perjuicios sufridos por la víctima, y comprende la adopción de medidas individuales relativas al derecho de (i) restitución, (ii) indemnización, (iii) rehabilitación, (iv) satisfacción y (v) garantía de no repetición. En su dimensión colectiva, involucra medidas de satisfacción de alcance general como la adopción de medidas encaminadas a restaurar, indemnizar o readaptar los derechos de las colectividades o comunidades directamente afectadas por las violaciones ocurridas.
La integralidad de la reparación comporta la adopción de todas las medidas necesarias tendientes a hacer desaparecer los efectos de las violaciones cometidas, y a devolver a la víctima al estado en que se encontraba antes de la violación.



SOLICITUDES

1.    Nuestra organización va a estar muy pendiente para que se respete los derechos de las victimas y se produzca un fallo después de tantos años de impunidad.
2.    Daremos a conocer de esta ejecución extrajudicial a la comunidad de DDHH, de nuestro país y las autoridades internacionales sobre la materia.
3.    Exigimos verdad, justicia y reparación en el caso Masacre de Mondoñedo.





URGENTE PRONUNCIAMIENTO

Solicitamos a las Organizaciones Solidarias y de Derechos Humanos de Carácter   Internacional,  al Movimiento Social y Popular, y a los Medios de Comunicación, DIFUNDIR la presente ACCIÓN INTERNACIONAL DE SOLIDARIDAD y enviar sus cartas de respaldo a las siguientes entidades:



JUZGADO SEPTIMO PENAL DEL CIRCUITO ESPECIALIZADO DE BOGOTA
Doctora
SUSANA RODRIGUEZ CARO
JUEZ
Calle 31 No. 6-20 Piso dos(2)Telefax 3230102-2888943/697 y correo electrónico: septimopenalespecializadobta@gmail.com

JUAN MANUEL SANTOS CALDERÓN
Presidente de la República de Colombia
Carrera 8 No. 7 -26 Palacio de Nariño Bogotá
Fax: (+57 1) 566.20.71
E-mail:
fsantos@presidencia.gov.co

Vicepresidente de la República
ANGELINO GARZÓN
Tels. (+571) 334.45.07,(+573) 7720130,
E-mail:hernanulloa@presidencia.gov.co

RUTH STELLA CORREA
Ministra de Justicia y del Derecho de Colombia
Carrera 9a.
No. 14-10 - Bogotá, D.C.
e-mail: ministro@minjusticia.gov.co, reclamos@mij.gov.co
PBX (+57) 444 31 00 Ext. 1820


CARLOS FRANCO
Programa Presidencial de Derechos Humanos y de
Derecho Internacional Humanitario.
Calle 7 N° 5-54 Santafé de Bogotá
TEL: (+571) 336.03.11
FAX: (+57 1) 337.46.67
E- mail: cefranco@presidencia.gov.co
E-mail: fibarra@presidencia.gov.co

ALEJANDRO ORDOÑEZ MALDONADO
Procurador General de la Nación
Fax: (+571) 3429723 - 2847949 Fax: (+571) 3429723
Carrera 5 #. 15-80 - Bogotá, D.C., Colombia
E-mail: cap@procuraduria.gov.co, quejas@procuraduria.gov.co; webmaster@procuraduria.gov.co

JORGE ARMANDO OTALORA
Defensor Nacional del Pueblo
Fax: (+571) 640.04.91
Calle 55 # 10-32, Bogotá.
E-mail: secretaria_privada@hotmail.com; agenda@agenda.gov.co

CON COPIA A:

Brigada Jurídica EDUARDO UMAÑA MENDOZA
Carrera 6 No. 11-54 Oficina 608 edificio La Libertad Bogotá-Colombia
E-Mail:eum.brigadajuridica@gmail.com

Comisión Interamericana de Derechos Humanos
1889 F Street NW
Washington, DC, 20006
Estados Unidos
E-mail: cidhoea@oas.org, cidhdenuncias@oas.org, apizarro@oas.org

Oficina En Colombia Del Alto Comisionado De
Naciones Unidas Para Los Derechos Humanos
Calle 114 No. 9-45 Torre B Oficina 1101.
Edificio Teleport Bussines Park Bogotá, D.C.
Teléfono PBX (57-1) 629 3636 Fax (57-1) 629 3637
E-mail: oacnudh@hchr.org.c

ORGANIZACIÓN MUNDIAL CONTRA LA TORTURA –OMCT-
GINEBRA -Suiza
omct@omct.org;


JUNTA DIRECTIVA


Enero 30 de 2013





[1] Cuaderno de Copias No. 6, folios 132 a 137
[2] Cuaderno de copias No. 13, folios 232 a 260
[3] Cuaderno de copias No. 16, folio 2
[4] Ibídem, folios 13 y 14

viernes, 18 de enero de 2013

Colombia hace 50 años: Las movilizaciones obreras y la respuesta estatal sangrienta el 18 del enero 1963




Aquel 18 de enero de 1963

*Hace 50 años, tuvieron lugar en Colombia intensas jornadas por el alza general de salarios que incluyeron huelgas en diferentes ciudades. En Bogotá fueron asesinadas varias personas, entre ellas un primo de Alfonso López Michelsen (ex presidente). Preludio de la masacre obrera de Santa Bárbara


Por Roberto Romero Ospina

Enero comenzó a caldearse muy pronto. Pocos, muy pocos días después de los festejos de año nuevo, todo el movimiento sindical comenzó una frenética actividad contra la carestía de la vida y por alza general de salarios.

El país vivía el desenfreno de una devaluación que golpeaba sin piedad la canasta familiar cuando aun no completaba seis meses el segundo gobierno del Frente Nacional, que le correspondió por la alternación, al conservador Guillermo León Valencia.

De manera que los llamados a la movilización nacional de las centrales CTC y UTC, sumados a los sectores independientes de los trabajadores, aglutinados en el CUASS Comité de Unidad de Acción y Solidaridad Sindical, que reunía numerosas organizaciones expulsadas de la CTC, pronto recibieron respuesta de la población.

Las exigencias obreras

Los trabajadores exigían un alza salarial de 250 pesos para los sueldos de 300 pesos, que era el mínimo, mientras el gobierno y los sectores oficialistas del Congreso, donde se debatía el proyecto de ley que incrementaría las mesadas, no se movían de los 150 pesos.

Todas las confederaciones regionales de los trabajadores acordaron impulsar manifestaciones en las capitales para el 18 de enero. En algunos departamentos, incluso, se convocaron paros laborales previos que tuvieron especial efecto en el Valle y también como medida de protesta por el alza en las tarifas de los buses.

En Bogotá, la protesta se tradujo en una Plaza de Bolívar colmada totalmente como lo señaló El Tiempo. Es decir más de 50.000 personas reunidas en una capital que solo contaba con dos millones de habitantes, lo que demostraba la fuerza del movimiento.

La fuerte oposición política, encabezada por el progresista Movimiento Revolucionario Liberal MRL, opuesto al Frente Nacional, el partido comunista y otros sectores de izquierda, se sumó a la convocatoria.

El MRL contaba con 33 de los 145 Representantes a Cámara y mantenía, en lo regional, algunas alianzas con el partido comunista. Incluso, el veterano líder agrario comunista, del Sumapaz, Juan de la Cruz Varela, fue elegido a la Cámara de Representantes por Cundinamarca como suplente de Alfonso López Michelsen, director del MRL y ex candidato presidencial en 1962.

Flamea la bandera de CTC en medio de una jauría de pastores alemanes

Una vez hubo comenzado el acto, (al que fueron invitados a la tribuna varios dirigentes del MRL) “la impopularidad personal de algunos de los oradores que pronunciaban palabras descomedidas contra el Congreso de la República y agresivas contra parte de los manifestantes, la reunión degeneró en zambra con la quema de la bandera de la CTC”, indicó en una declaración sobre los hechos, López Michelsen.

Lo que indignó a los manifestantes fueron las palabras de elogio al gobierno de León Valencia pronunciadas por el presidente de la CTC, José Raquel Mercado y a quien a nombre del movimiento obrero se le rendía lealtad.

Entonces varios enardecidos arrebataron el pabellón de esta central prendiéndole fuego en medio de una trifulca con sus seguidores. La Policía, que rodeaba la Plaza, intervino de inmediato, interesada ante todo el disolver la gigantesca demostración de repudio a las medidas económicas del régimen.

Primero colocaron las concertinas de alambre de púas en las salidas de la Plaza y luego se abalanzaron con cuarenta pastores alemanas sobre los manifestantes blandiendo porras y bastones. La Policía había importado de Alemania 160 de estos mastines para disolver, de la manera más encarnizada, cualquier protesta. Y ese día fue el bautizo ciudadano de la jauría germana.

En pocos minutos el caos se apoderó del centro de la capital dando lugar a varios mítines en las arterias principales.

Y vendrían los disparos

Pero no demorarían los disparos. Un tiro mató en el acto al dirigente del MRL, Ernesto Michelsen Uribe, primo de Alfonso López Michelsen y su concuñado. Cayó en la esquina de la carrera 8 con calle 8, huyendo, como miles, de la violencia policial.

“Ernesto era uno de los manifestantes del MRL y no como se ha dicho, un transeúnte ajeno a la lucha política”, enfatizó López, quien en la misma declaración habló de varios muertos en la refriega. Su crimen quedó en la impunidad.

La prensa dio cuenta de más de un centenar de heridos y cerca de 200 detenidos. Por lo menos una veintena de buses y carros particulares fueron quemados así como decenas de comercios destrozados en el lance de aquel 18 de enero, que duró varias horas y calificado en un titular a todo lo ancho de la primera página de El Tiempo, como un “intento de motín”.

Muy temprano el 19, con las calles aun humeantes del centro de Bogotá, los matutinos no solo daban cuenta a su manera de los acontecimientos sino que publicaban en primera página las declaraciones de las centrales CTC y UTC.

La primera, lesionada por la quema de su bandera, anunciaba a través de su presidente, José Raquel Mercado, después de condenar los “disturbios ocasionados por la subversión”, que no perdonarían “este crimen” añadiendo que “no estaremos tranquilos hasta que no hayamos extirpado del panorama colombiano el peligrosos cáncer político que es el comunismo”.

Por su parte, la UTC, a través de su máximo dirigente, Antonio Díaz, manifestaba que había “quedado demostrada la intención apátrida y antiobrera del partido comunista, hábilmente incrustado en algunas organizaciones sindicales de la llamada zona industrial de Bogotá”.

El CUASS entra en escena

Díaz se refería al CUASS, que había ganado extraordinaria fuerza en la capital y varios departamentos y que se convertiría en la Confederación Sindical de Trabajadores CSTC en 1966, llegando a ser la segunda en importancia en el país.La CSTC fue luego matriz de la CUT en 1986.

El gobierno de Valencia terminó aprobando un alza de sueldos y salarios de 120 pesos, muy lejos de las exigencias de los trabajadores de 250 pesos.

El año de 1963, que tuvo semejante comienzo, bien trempranero por cierto, de luchas por los derechos civiles, marcaría duramente a la clase obrera colombiana: el 5 de febrero, siendo Belisario Betancur ministro de Trabajo, fue brutalmente reprimido el paro de los trabajadores de cementos El Cairo, en Santa Bárbara, Antioquia.

Las tropas del Ejército, acantonadas en la factoría desde el comienzo de la huelga, atacaron a fusilería y bayoneta calada a los inermes operarios con un saldo de 12 muertos en una de las peores matanzas de huelguistas en Colombia. Más de un centenar de heridos a bala quedaron tendidos en las afueras de la empresa.

Y los manes de la vida. La CTC y la UTC terminaron en 1977 unidas férreamente con la CSTC, más la CGT, en los preparativos de meses y en el paro cívico mismo del 14 de septiembre que movilizó a millones de colombianos contra la carestía de la vida y la devaluación galopante impulsadas por, quién lo creyera, Alfonso López Michelsen, que ya como presidente había dejado bien atrás sus arrestos solidarios con la clase obrera cuando estaba en la oposición en 1963.

Han pasado cincuenta años desde aquella jornada del 18 de enero que movilizó a todo el movimiento obrero por alza general de salarios y derechos sindicales. Y desde entonces, pasan de 3000 los dirigentes asesinados por ondear las mismas banderas, en el peor holocausto laboral que haya sido testigo el mundo en este medio siglo.

Centro de Memoria, Paz y Reconciliación




lunes, 7 de enero de 2013

Colombia: Fallece el filósofo y Maestro Hoyos, quien reivindicó siempre el papel de las víctimas, de los excluidos y defendió la diferencia

Foto Universidad Central



Adiós al Maestro Hoyos, quien reivindicó siempre el papel de las víctimas, de los excluidos y defendió la diferencia

Por Roberto Romero Ospina
Tomado del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

*El pasado 5 de enero, falleció en Bogotá, Guillermo Hoyos, uno de los más destacados filósofos del país comprometido con la paz

Corría 1982 y los pocos alumnos de Filosofía de la Nacional que íbamos para el sexto semestre, no más de media docena, comentábamos quién sería el profesor de epistemología. Por lo general, casi a la víspera del comienzo de las clases se publicaba en la cartelera el listado de maestros.

Todos, sin excepción, aplaudimos la decisión de la Facultad de que nos tocara con Guillermo Hoyos. Sus clases siempre estaban motivadas por la agitación que representaban los temas novedosos.

Y así fue. Hoyos desde un comienzo se despachó con un anuncio: “Muchachos, este semestre vamos a trabajar un filósofo que anda inquietando este mundo del pensamiento, se trata del vietnamita de Tran Duc Tao”.

De inmediato nos recomendó su obra capital Fenomenología y materialismo dialéctico, editada en 1951. Desde ese momento comprendí que Hoyos era el profesor de filosofía más ajeno, por convicción y sobre todo por amor a sus discípulos, a las coyundas del dogmatismo.

Educado en la Universidad de Colonia, Alemania, con una tesis laureada sobre la fenomenología de Edmund Husserl, no veía imposible que un pensador marxista como Tao y a la vez admirador de Husserl podrían congeniar en sus tesis sobre las realidades de este mundo.

Fue uno de los semestres de mayor debate que haya tenido donde casi la media docena de alumnos se consideraba seguidora de las doctrinas de Marx.

Y así era siempre Hoyos. Nunca se limitó a las escuetas cartillas del saber. Le fascinaba contraponer las más encontradas escuelas para bucear sus verdades. Y todo en medio del sacudón del tema palpitante, marcado por una vehemencia nada hiriente en la exposición.

Desde entonces comprendí que Hoyos era el más intransigente defensor de la diferencia. Así lo entendía con la introducción de un marxista que hizo suyo como Tran Duc Tao.

Con razón sus colegas lo describieron como el profesor que “reabre continuamente sobre el país posible, la paz, la cultura política, la democracia, la inclusión social y cultural y el perdón. Guillermo Hoyos representa, para la academia colombiana y latinoamericana, un auténtico maestro; un maestro por su disposición para la crítica, el libre examen y la renovación de las ideas” como señaló Eduardo Rueda, Profesor Asociado de la Pontificia Universidad Javeriana.

Hoyos, educador de más de medio siglo, el primer doctor en Filosofía que tuvo el país, ha sido un eterno convencido de que desde el respeto por la diferencia y la formación de buenos ciudadanos es posible construir una sociedad más justa, ordenada y solidaria. Su compromiso con la democracia lo acercó a la iglesia y también lo alejó de ella, lo volvió docente, representante de los maestros, líder de programas académicos y eminencia intelectual como dijo El Espectador.

Oriundo de Medellín, creyó, desde niño, en su vocación social. A los 11 años se unió a los jesuitas, los primeros sacerdotes que prescindieron de la sotana y se volcaron a las comunidades pobres para ayudarlas desde adentro. Los curas estudiaban a Marx, investigaban otras religiones y convivían diferentes razas y creencias.

La ruptura de Hoyos con la iglesia se dio luego de viajar a Alemania donde estudió teología en la Universidad de Frankfort, bajo los preceptos del Concilio Vaticano II, y más adelante se convirtió en doctor de Filosofía de la Universidad de Colonia. A su regreso Hoyos se declaró en desacuerdo con los lineamientos de la iglesia colombiana y después de más de treinta años de servicio, renunció al sacerdocio en 1976.

Sin embargo, murió cerca de los jesuitas, tan cerca que fue el último director de su instituto Pensar, adjunto a la Universidad Javeriana y al Instituto de Bioética.

Como anotan las referencias de prensa, se dedicó a la docencia y se convirtió en un activo seguidor y el principal gestor latinoamericano de las teorías comunicacionales del sociólogo alemán Jürgen Habermas. Desde su discurso se planteó estrategias pedagógicas basadas en la escucha y el respeto por las opiniones libres, quizá por eso en un reciente homenaje, profesores como Nathalie Chingate, de la Universidad Javeriana, resaltaron la capacidad de Guillermo Hoyos de enseñarles a través del ejemplo la capacidad de “aprender y desaprender y de construir y deconstruir los modelos de formación”.

 ”Su fin es caminar hacia una ciudadanía amable, incluyente y propositiva” dice Chingate.

Por eso no dudó un instante cuando Camilo Gonzáles Posso, director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, le propuso en abril de 2010, dictar una cátedra magistral en el ciclo de conferencias para docentes del Distrito “Memoria con sentido de futuro”.

Hoyos disertó ante más de medio millar de maestros sobre la enseñanza de las ciencias sociales y su papel en la consolidación de una sociedad incluyente, participativa y democrática. Ya lo aquejaba una enfermedad mortal. Pero se le vio con esa entereza y poder de convicción que rayaba en el discurso de tribuna.

El tema lo tocó tomando como referencia fundamental al maestro Walter Benjamin, autor de Tesis sobre la filosofía de la Historia, apartes de cuya obra citó para expresar que es hora de revertir el aserto de que la historia la hacen los vencedores.

 Hoyos reivindicó el papel de las víctimas, de los excluidos, de quienes no aparecen o están invisibilizados, y señalando algunos puntos de la obra de Kant, La paz perpetua, recordó que “no debo hacer la guerra, ni a mis congéneres ni a mis vecinos”, para indicar que lo más pedagógico es reconocer al otro, estar en el pensar del otro.

Hoyos, que se apoyó en unas láminas inmensas en power point que cubrían las paredes de tres costados del salón de actos de Compesar, con citas de varios autores subrayó que la educación es comunión y a la vez comunicación, esencia de la participación.

El Maestro consideró que lo fundamental para la enseñanza no debe partir de la competitividad y el éxito como lo multiplican los medios malsanamente, sino en la cooperación, la colaboración, para desarrollar los activos sociales.

Una praxis que llevó siempre consigo. De ahí su impronta en los diálogos que culminaron en los acuerdos de paz con el M-19 en 1989. Y el proceso de paz con las FARC de la Uribe.

Varias veces lo encontré en Casa Verde, en 1984, él como miembro de la Comisión de Verificación del Cese al Fuego con las FARC y yo como periodista. Siempre sonriente, hablando duro, fraterno y lleno de fe en los caminos de paz. Se saludaba de abrazo con Marulanda y Jacobo Arenas Hoyos, quienes lo escuchaban con respeto. Hoyos siempre fue un filósofo, pero también un hombre acción. Hoy continuaría brindando todo su entusiasmo al proceso de la Habana.

Tomado del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación