Guerrilleros liberales y Guadalupe Salcedo (centro). |
Como el estado colombiano asesinó al jefe guerrillero liberal y el papel sucio de El Tiempo
2012-06-24
/ En nuevo trabajo investigativo, el periodista veterano Roberto Romero Ospina presenta
un documento inédito para los lectores del
Centro de Memoria Paz y Reconciliación en Bogotá.
Roberto Romero Ospina |
Pero lo que Romero ha logrado rescatar del
archivo de la Presidencia en Bogota, es una carta confidencial de Enrique Santos Montejo, Calibán (1886-1971), tercera cabeza del Clan
del El Tiempo, principal órgano Liberal en Colombia y propiedad de la familia
Santos. La carta tiene la fecha 20 de julio de 1952 y es dirigida al ministro
laureanista del gobierno conservador cuyo contenido es penoso a leer para un
liberal colombiano.
En ella jura su condena por la acción de la
guerrilla liberal en contra el ejército conservador que tuvo 96 bajas, promete
publicar los nombres y apellidos de liberales públicos que respalda la
guerrilla liberal en los Llanos.
La historia se repite. En 1993 fueron asesinados
los negociadores de la disidencia de ELN, Corriente de Renovación Socialista
cuando llegó el ejército y el coronel de las tropas ordenó a matar a los dos
negociadores de la guerrilla que recibieron 46 impactos. Cada acuerdo y
negociación entre las FARC, ELN y el los regímenes de turno han sido preparadas
con trampas y rotos en forma traicionera. El entierro del estado de la misma
Unión Patriótica es la ilustración de la actitud y del carácter que tiene el
estado de solucionar los conflictos en Colombia. El “abrigo” para avalar el terrorismo
de estado y la guerra del establecimiento han sido los medios de comunicación
como, en el caso abajo, han sido jefes y dueños de El Tiempo.
Tenía toda la razón Manuel Marulanda que decía,
cuando recibió en el San Vicente de Caguán a los periodistas colombianos, que “tienen
una deudita con el pueblo colombiano”. Sin los medios y su guerra mediática
manipuladora, la guerra en Colombia habría tenido otro rumbo en la historia.
Dick
Emanuelsson, subdirector ANNCOL
Guadalupe Salcedo Unda, sin olvido
Por
Roberto Romero Ospina
Un campesino con el retrato del legendario guerrillero liberal de los Llanos, Guadalupe Salcedo. |
Pasan
los años y aún todos los llaneros recuerdan a su Capitán como lo muestra esta
foto reciente de un campesino portando un retrato del legendario guerrillero
liberal
*Revelamos un pasaje inédito del
comportamiento de El Tiempo contra las guerrillas liberales del Llano. Lea la
carta confidencial de Enrique Santos Montejo, Calibán, del 20 de julio de 1952,
al ministro laureanista de Gobierno condenando las acciones de los alzados en
armas y que revela de cuerpo entero el comportamiento político del principal
diario de Colombia. Pique aquí para ver fascimil hasta ahora inédito Hoja 1 Hoja 2
La iglesia de Santa Ana, en Teusaquillo,
solo podía albergar a 300 feligreses, y ese 9 de junio de 1957, en la misa por
el alma de Guadalupe Salcedo, más de cinco mil personas ocupaban todos sus
alrededores.
No
había pasado un mes de la caída de la dictadura de Rojas Pinilla, y el
legendario comandante guerrillero Guadalupe Salcedo Unda, llamado el Capitán,
era asesinado junto con uno de sus fieles escoltas el 6 de junio de aquel año
en una cantina de la zona industrial de Puente Aranda, en Bogotá.
Una patrulla policial que los había
conminado a salir con las manos en alto, como en efecto lo hicieron, le disparó
sin ningún miramiento. Nunca prosperó una investigación en serio a pesar de que
se conocieron los nombres de los gendarmes. El país lo regía una Junta Militar
de cinco generales tras la caída de Rojas.
Luego de la misa a la una de la tarde del
9, las cinco mil personas que acudieron a la iglesia de Santa Ana, desfilaron
su ira en el cortejo fúnebre hasta el Cementerio Central: quince cuadras de
dolor y rechazo a la traición que sufriera Guadalupe Salcedo, a quien no se le
respetó la vida tras firmar la paz en los acuerdos de 1954 y ordenar la entrega
de las armas de más de cinco mil guerrilleros liberales. Con 30 años, contaba
ya con el reconocimiento nacional como una forma de rechazo a la violencia
sectaria de los chulavitas, los paramilitares de entonces, aupados por el
Estado.
Salcedo dirigió varias operaciones
militares contundentes contra el gobierno conservador de Laureano Gómez, como
la toma de Orocué, Casanare. Una mañana de 1952, en el sitio conocido como El
Turpial, tendió una emboscada a la unidad de infantería integrada por 200
hombres del ejército, quien sufrió 96 bajas.
Jamás, en todos estos años de violencia, ha
tenido lugar un choque semejante con tantas pérdidas oficiales. El Ejército,
sufrió grandes reveses en la confrontación a manos de las guerrillas liberales
de origen gaitanista, operaciones que comenzaron a condenar los jerarcas del
partido tras su tímido apoyo inicial.
Un documento del conocido columnista de El
Tiempo, Enrique Santos Montejo, Calibán, inédito hasta hoy y obtenido en los
archivos de la Presidencia de la República por este investigador, da cuenta del
rechazo que le produjo al periodista la toma de Orucué. Aquella Danza de las
horas, como se llamaba la columna de opinión, fue censurada, lo que motivo una
airada carta de Santos al ministro de Gobierno de entonces, Ignacio Andrade y
en la que enfatiza su rechazo a las guerrillas liberales.
Guadalupe Salcedo, sin duda, fue el más
aguerrido de los alzados en armas contra la violencia oficial iniciada en 1945
contra el pueblo liberal, todo gaitanista.
El líder llanero, quien naciera en 1924 en
Paz de Ariporo en el seno de una familia ganadera, de padre venezolano y una
indígena de la región, empuño las armas a los 25 años y organizó, con una
estrategia que envidiarían los más experimentados mandos castrenses, a miles de
combatientes que muy pronto se tomaron los Llanos orientales con golpes tan
certero como el ya citado de Orucué.
El 22 de julio de 1953, dos meses después del
golpe de Estado de Rojas Pinilla que terminó la dictadura de Laureano Gómez,
las guerrillas liberales pusieron fin a sus operaciones militares. Atrás
quedaban sus dos grandes Leyes, entre ellas la Ley del Llano, que habían
promulgado en una zona que ya se mantenía como liberada: adelantar actividades
de planificación de la producción en las zonas donde actuaban los frentes
guerrilleros y la constitución de un Estado independiente de facto en el Llano.
Han pasado 55 años exactos del asesinato
del Capitán y casi medio siglo de conflicto armado. Una guerra que asienta sus
raíces en causas históricas que la explican claramente, pero que suelen olvidar
quienes tienen las llaves de paz en su bolsillo.
La segunda hoja de la carta de Santos al ministro. HAZ CLICK PARA FORMATO GRANDE |
Carta de Calibán
Publicamos en forma íntegra, la carta confidencial de Enrique Santos Montejo ,
Calibán, al ministro de Gobierno de la dictadura de Laureno Gómez, Ignacio
Andrade, el 20 de julio de 1952, pocos días después de la acción de los
guerrilleros de los Llanos contra las tropas oficiales con un saldo de 96
soldados muertos.
Julio 20. Día de la patria
Señor D. is (ministro) Ignacio Andrade
Ministro de Gobierno.
Muy estimado ministro y amigo:
Escribí anoche la Danza que en pruebas te incluyo. La escribí guiado únicamente
por el deber de la pacificación… Además de la natural protesta contra la atroz
masacre de los Llanos, incluí una desautorización definitiva e indignada de las
actividades belicosas de los guerrilleros.
Naturalmente aludía a la violencia
conservadora, porque no era equitativo increpar solo a los liberales. Si así lo
hubiera hecho, mis palabras habrían carecido de autoridad. Tus censores, con
una incomprensión fantástica, vetaron toda la Danza. Espero que confirme las
promesas las promesas que has hecho, autorices su publicación ya. El Siglo de hoy
grita que los liberales no condenan la masacre de los Llanos ni desautorizan a
los guerrilleros. Y cuando yo trato de hacerlo, me lo impiden. Naturalmente El
Siglo seguirá con el mismo tema.
Al presidente le dirijo una carta en este
mismo sentido, y le pido que si tiene documentos que prueben la complicidad de
liberales respetables en las actividades subversivas, publique sin reserva los
nombres y ejerza sobre ellos la sanción del caso; yo afirmo que no hay tal. Que
no se podrá deducir a ningún liberal de categoría el menor cargo en esta
materia. Sería yo el primero en condenar al o a los que estimularan el desorden
y la matanza. El problema de los bandidos es cosa aparte. Lo son todos los que
operan en las márgenes del Magdalena y esa es una simple cuestión de policía,
sin nexos ningunos con la política.
No sé si el cobarde atentado de que fue
víctima la residencia de Roberto García Peña (director de El Tiempo, nota de
este investigador) sea el principio de la política de vindicta y castigo
proclamada por los periódicos conservadores. Si así fuere, mi estimado amigo,
vamos camino del desastre total, del que no se libraran los conservadores. Aunque
tú creas otra cosa.
Soy un pésimo mecanógrafo y un peor
calígrafo, pero no quiero confiar esta carta, que es confidencia, a una
secretaria. Sabrás excusar los errores de que esta plagada.
Quedo tu atento amigo,
(Aparece la firma de Enrique Santos Montejo).
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